martes, 31 de enero de 2012

Cuando la hora de la comida se convierte en un horror

Tal y como yo lo veo (y lo vivo), las horas de las comidas son esos momentos felices en el que nos disponemos a saborear los deliciosos manjares que la encargada de la cocina (en nuestra casa: yo) ha preparado con mucho amor para toda la familia.

Sin embargo, otros miembros de mi familia lo viven de un modo totalmente contrario al mío, y es que mi pequeño príncipe hace ya unos meses que decidió alimentarse de la nada. Hasta los veinte meses mi niño comía de maravilla, no teníamos que inventarnos trucos ni juegos, simplemente el plato llegaba a su trona y él se lo comía sin rechistar. Pero un buen día dijo: “no usta” y, ante esto ¿qué se puede hacer?.

       Lo he intentado todo. He intentado convencerle de que debe comer; he jugado con él; me he enfadado; he tratado de engañarle; lo he castigado; en fin, TODO. Pero cada día he preparado su plato para que, por lo menos, fuera consciente de la rutina de la hora de las comidas.

      Lejos de mejorar, la situación fue empeorando hasta aquella fatídica noche en que al ver la tortilla dijo “no quiero, asco”. Me enfadé mucho porque si con 2 años me dice que le da asco de la comida, ¿qué dirá cuando tenga 15?. Este fue el punto de inflexión, a partir de aquí terminó la bajada y comenzó la subida, decidí aplicar la psicología inversa.
Al día siguiente llegamos todos a casa a medio día y me puse a preparar la comida para el Sr. X y para mí y no hice ningún comentario respecto a la comida del niño; así que al comprobar que para él no había nada, me pidió su zumo y su papa. Le contesté que no le iba a preparar su comida porque estaba enfadada con él y que, a partir de ese momento, debía pedírsela a papá, pero se lo dije en un tono sereno y sin ningún tipo de reproche.

      Acto seguido se lo pidió a su padre y comió todo el plato.

      Y ha sido así como parece que han terminado nuestros problemas con las comidas; unos días aplicando la psicología inversa y finalmente mi hijo acepta mi comida sin chantajes ni discusiones.

     Y es que una buena dosis de psicología inversa hace milagros, os dejo el siguiente video como el más claro de los ejemplos.


5 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Muy buen artículo , aHora porque no aplicas el mismo con el señor X?

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    Respuestas
    1. Una mama treinteañera1 de febrero de 2012, 11:17

      Querido Zapolo, parece ser que el Señor X es la excepción que confirma la regla. Lo he intentado, pero con él no tengo potestad para castigarlo sin chuches. De todas formas todo se andará, es cuestión de estrategia y de constancia. A paciencia no me gana nadie.

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  3. Muy bueno. La psicología inversa nunca falla.

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  4. Qué paciencia tienes y qué buena mamá eres!! ;)

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